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Los resultados en las últimas elecciones celebradas en Europa son señales a las que debemos prestar atención por múltiples razones.
Primero, porque nos ratifican la tendencia mundial al conservadurismo y segundo que muestran los déficits que han generado gobernando los llamados sectores democráticos.
Esos dos aspectos, porque en ellos podemos incluir las particularidades de los fallos y las reacciones de los electores y de la ciudadanía, respecto a sus gobernantes.
En Europa hay otros problemas que se presentan y que pudieran amenazar su propia unidad, como son el tema migratorio frente a una sociedad que envejece y con niveles de natalidad que resultan cada vez más bajos. Son los inmigrantes los que aportan a quienes serán las almas que conformarán las nuevas generaciones.
Lo mismo que el conflicto ruso-ucraniano colocado en las prioridades europeas contra sus propios intereses regionales.
Europa pudiera estarnos mostrando señales de contagios.
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