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Tenemos que reformular el criterio sobre la seguridad ciudadana. Debemos entender que todo lo que ponga en peligro a la ciudadanía hay que considerarlo como una prioridad en la protección.
Hemos estado considerando que los problemas de raterismo, robos agravados, asaltos y secuestros son los temas que debemos atender. Sin embargo, es evidente que hay otros tantos asuntos que ponen aún en mayores riesgos a las personas.
Pensemos en los accidentes de tránsito, por ejemplo, por los que mueren miles de seres humanos cada año. Y es peor si pensamos que la causa principal de ese problema es la inconducta de los conductores.
Es lo mismo con las dificultades para garantizar evitar otros factores de riesgos.
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