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Este célebre poema que sirve de pie de amigo a los avivatos y a los tiguerazos de ayer, de hoy y de siempre, nos invita a reflexionar y a intentar lograr ejercer influencias para el bien en todas las áreas de nuestras vidas.

¡Qué difícil es contar con personas que no tengan dobleces, de carácter!.

Aunque algunos tengan una fuerte personalidad, aunque usted crea que son difíciles de tratar o de convencer, aunque parezcan cuadrados a nuestros intereses.

Pero a la larga usted al razonar se da cuenta, que con alta probabilidad son más confiables, que los que andan como las veletas, intentando engatusar a todos y mintiendo en cada paso que dan en la vida.

La bondad humana es algo que nos reta para intentar cultivar, desarrollar y expandir en nuestras conductas y realizaciones. Ganarse la confianza de los demás, porque nuestras inclinaciones son sanas y porque lo que deseamos es para el provecho y el bien de la colectividad.

¡Pero cuantas mediocridades humanas revisten el escenario para todos lo que desean participar, y como son maltratados, afectados y alejados, los que lo intentan con las más sanas intenciones!.

Parece que en el fango es imposible cohabitar y que entrar en ese barco de la política, de alguna forma nos salpica y nos lleva al centro del lodazal.

Esa predisposición que disfraza a la mayoría, de una coraza impenetrable y que les recuerda, siempre piensa que te quieren joder, inhibe la fluidez de los más caros y nobles sentimientos, y alejan mucha veces para siempre la bondad impidiendo que afloren nuestras mejores luces.

Cuando trazamos la pauta al ejercer el poder para el mal, y los demás de forma inexorable imitan el ejemplo, pues también se nutren de la maldad y del engaño, se hacen cómplices de maniobras que a la larga quedan totalmente develadas, enrostradas y con nombres y apellidos.

Crea fama y échate a dormir, un enunciado que ojala implicara una fama verdadera y digna para el bien, esta curtida no de los nobles propósitos humanos, sino que en la pragmática  política y del poder, está cundida, de los más siniestros despropósitos.

La política, que lo enloda todo, pero que no logra disolver la verdad, para convertirla en cualquier cosa conveniente a los intereses momentáneos del poder. La falsa creencia de que todo se olvida y que no habrán repercusiones en nada de lo que hagamos o dejemos de hacer, pues para eso tenemos el poder total. Y cuando digo poder total incluyo al cuarto poder, entonces, nos olvidamos de una realidad incuestionable, la verdad incolora que no resiste intentos de ninguna acuarela, saldrá a flote y los únicos perjudicados serán sus manipuladores y artistas teatrales.

Ejemplificar esta tormenta que siempre se crea ante la falta de magnanimidad y virtuosidad y antes la triste realidad de nuestras mezquindades y liderazgos mediocres, no sería una cosa difícil de mostrar.

No se necesitaría un botón para la muestra, pues es lo que puede verse a diario, aunque muchos nos avoquemos a aceptar cualquier cosa como verdad, pues es la forma más fácil y cómoda de subsistir.

No arriesgar un céntimo y dedicarnos a ser de los de la especie que lo aprueba o rechaza todo, con los novedosos juicios personales de las manitas arriba o las manitas abajo.

Es ya una cultura que azota y convierte a muchos en verdaderos irresponsables frente a la vida. Pues nos volvemos en incapaces de siquiera fijar una posición seria. frente a los eventos que están frente a nuestros propios ojos.

Pero lo triste es, que en ese escenario del teatro, la mafia y del poder político que destruye nuestra nación, las falsedades son la norma.

La fama ha sido creada, todo el mundo lo ha visto, aunque un porcentaje guarde silencios, por conveniencias de quincenales o miedo a ser auténticos.

Pero basados en esa fama, los nuevos inmortales del deporte político nacional, ya convertidos en grandes mitómanos, fingen no darse cuenta de su liderazgo fallido y de que no existe credibilidad ni confianza en sus realizaciones, pareciendo muchas veces verdaderas deposiciones fuera del cajón, como decía un extinto presidente de la república.

Crea fama y échate a dormir. Una filosofía fallida en un mundo corrupto y en una sociedad repleta de líderes para el mal, pero con un poder capaz de los peores despropósitos contra la república.

Por: Julián Padilla



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