La debilidad de Joaquín «El Chapo» Guzmán por las mujeres y las enchiladas

 

 

En su vida Guzmán Loera conoció al menos a dos mujeres que preparaban este platillo justo como lo hacía su madre

 

«Barriga llena, corazón contento», nunca este refrán fue tan acertado. Joaquín «El Chapo» Guzmán es un ejemplo vivo de este tradicional dicho.

 

Su debilidad por las mujeres nunca fue un secreto, pero cuando parte de la ecuación incluía unas buenas enchiladas, «El Chapo» guardaba un lugar especial en su corazón.

 

En su vida Guzmán Loera conoció al menos a dos mujeres que preparaban este platillo justo como lo hacía su madre, Consuelo Loera.

 

 

«Con un fuertísimo apego materno, sin duda su lazo emocional más importante, quizá el Chapo buscaba alguna referencia de ella en las mujeres que conocía», escribe la periodista Anabel Hernández en su libro «Emma y las Otras Señoras del Narco» (Grijalbo, 2021).

 

YVES ERÉNDIRA MORENO

 

Durante sus años recluido en el penal de máxima seguridad en Puente Grande, al que fue transferido luego de pasar tres años en el Altiplano de Almoloya de Juárez, El Chapo fue «el rey de la prisión» junto a Héctor «El Güero» Palma, socio narcotraficante y compañero de celda.

 

Hernández escribe que ambos competían dentro de la cárcel por ver quién acumulaba más mujeres, teniendo acceso sexual a enfermeras, encargadas de limpieza, cocineras y otras reclusas de la prisión.

 

 

 

Ahí conoció a Yves Eréndira Moreno, una cocinera del penal, de quien decía haberse enamorado porque cocinaba unas enchiladas iguales a las de su madre.

 

«Guzmán Loera estableció una relación más o menos humana con ella, le escribía cartas y le enviaba flores a su casa», escribe Anabel Hernández.

 

EMMA CORONEL

 

Al entrevistar a la última esposa de El Chapo en 2016, Hernández le preguntó a Emma qué creía que era lo que más le gustaba a Joaquín de ella. «Pues más bien esa sería una pregunta para él», respondió.

 

«El narcotraficante diría que lo que lo conquistó de Emma no era solo su juventud, belleza e inexperiencia, sino las enchiladas que una vez cocinó para él, porque al igual que las de la cocinera de Puente Grande, Yves Eréndira, se parecían a las que le hacía su madre», escribe la periodista.

 

Emma y Joaquín se conocieron a principios de 2006, cuando ella tenía 17 años y su novio de la adolescencia la invitó a un baile en una ranchería vecina.

 

Ahí, en el centro de la pista, se cruzaron con otra pareja conformada por un hombre que ya rondaba los 50 años y una muchacha. «Emma y el hombre se quedaron de frente, cada uno con su respectiva pareja; el señor le sonrió en forma de coqueteo», narra Hernández en su reciente publicación.

 

Al terminar esa pieza, un mensajero le preguntó a Emma si quería bailar con ese mismo señor. «Sí, claro que sí», dijo ella. Así conoció a Joaquín Guzmán Loera. «Yo no sabía que él era la persona que decían… yo nunca ponía atención en las noticias», dijo Emma a Anabel.

 

Fuente: LSR (djh)

 

 

 

 

 

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